-¡Gracias!, es todo fantástico- más tarde, llegó toda mi familia, que me dio dinero por cumpleaños, el dinero de mis ahorros, lo había gastado en Circe, y ahora, junto con el dinero que me acababan de dar, tenía unos 400 euros. me puse los pantalones beis y los botines con las polainas nuevos, ensillé a Circe y monté, fuimos a la hípica, cuando llegamos, acaricié su cuello y entré en la pista, desmonté y cogí la fusta, le di cuerda, y empecé a hacer algunos truquitos... una hora más tarde, Iván entró:
-¿Ahora que le enseñas?
-Ya lo verás- Yo ya estaba montada en ella, la puse cerca de la pared.... con mis señales, comenzó a hacer espalda adentro.
-¿Como consigues que aprenda tan rápido?
-No soy yo, es ella, si no quisiera aprender, no lo haría, pero lo está haciendo- Dimos una clase, y poco más tarde llegaron mis amigas, estaban Laura, Sergio, Cristina, Daniel (Dani) y Alba.
-¡Feliz cumpleaños!- Gritaron al unísono
-¡Gracias chicos!
-Tu regalo- dijo Iván- Lo han comprado entre todos, y me pidieron que te lo guardara, toma- Iván extendió un pequeño paquete de color azul celeste con corazones rojos y rosas de colores claros, lo abrí y... ¡una cabezada de doble rienda!
-Pronto te irás de nuevo, y queremos darte esto para que Circe se acostumbre en las vacaciones y nos sorprendas de nuevo- Dijo Pablo, con un tono amable
-Gracias, es un regalo fantástico- sonreí a todos, y ellos me devolvieron la sonrisa, excepto Laura, que estaba de brazos cruzados.-¿Vamos de ruta para celebrarlo?¿Podemos Iván?
-Claro- Laura cogió a Campeador, Sergio a Nube, Cristina a Jal, Alba a Chocolate y Dani a... ¿Quien era ese caballo? Iván dijo que había caballos nuevos, ese sería uno de ellos
-Este es mi caballo, se llama Faro- Todos montamos en nuestros caballos y fuimos hacia la playa, cuando estábamos paseando ya por ella, era casi de noche, y había poca gente.-Que Ana, ¿Una carrerita?
-Guay- Todos azuzamos a los caballos y comenzamos a galopar, el viento me daba en la cara, y notaba como los cascos de mi yegua golpeaban el suelo, Circe aceleró, y Dani azuzó a su caballo que se puso a mi lado, cuando llegamos al final de la playa, refrenamos a los caballos poco a poco, hasta pararlos, desmontamos y aflojamos sus cinchas, nos echamos a reír, volvimos a la hípica , después me fui a casa, guardé a la yegua, y le di una suculenta cena.
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