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viernes, 25 de diciembre de 2015

Ana, tengo que hablar contigo

Mi madre, los había acompañado, y yo me quedé en la hípica, cuando terminó la clase, Santi se acercó a mi y me dijo:

-Ana, tenemos que hablar, he visto, lo que le acabas de enseñar a esa niña que hoy ha montado por primera vez en su vida... ha sido muy bueno, eh.... me preguntaba si te gustaría ser... eh.... monitora para... para los de iniciación, y para campamentos.... si, eh.... el próximo año organizamos uno y... estamos preparado todo y.... ¡ah! también, si no te importa, me encantaría que me acompañaras a comprar ponis, para los niños, porque, bueno, cada vez vienen niños más pequeños...y...pues eso, has hecho muy buen trabajo Ana- Yo tenía una gran sonrisa en la cara.

-Si, es decir...¡me encantaría! Es genial ¿cuando tengo que ir a ver los ponis contigo?

-¿El domingo te parece bien?

-Perfecto-  Volvimos a casa, ¡en dos días ayudaría con la compra de unos ponis!, estaba muy ilusionada. Nunca había visto así a Santi... Me acerqué a Circe, ella giró la cabeza y golpeó con el casco el suelo.

El domingo, me desperté temprano, estaba ansiosa por ir a comprar los ponis con Santi, me puse unos pantalones de montar negro y una camisa azul, me puse las polainas de cuero y las espuelas redondas, cogí mi fusta y bajé las escaleras, desayune rápidamente y fui al granero, le di la comida a Circe y cogí su equipamiento. Le puse la mantilla azul y le vendé las patas también, y le puse la doble rienda. Fui todo el camino hacia la hípica haciendo ejercicios de doma, cuando llegué a la hípica, desmonte y desensillé a Circe, la llevé al paddok y fui a buscar a María, ella me llevó dentro de las cuadras, estaba limpiando una cabezada.

-¡Ah! Hola Ana, ¿quieres ir ya?

-Puedo esperar... Es decir, no pasa nada si no vamos ahora.

-No, voy a coger el coche ¿llevas fustas y espuelas?

-Si

-Perfecto- Santi abrió la puerta del coche y entró, el viaje no duró mucho rato. Cuando llegamos, bajamos del coche y nos acercamos a un pequeño cercado, había un hombre con un poni australiano tordo, un castrado, Santi dijo que tenía ya 15 años, era mayor, aun nos quedaban varios ponis por ver.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

¡Quiero aprender a montar!

Cuando llegamos a mi casa, desmontamos y guardé a Circe, cogí un ronzal largo y lo até al filete de Noa, bajé al cercado de doma y ayudé a montar a Ainhoa.

-Agarra así las riendas- puse las riendas en mis manos- y pon las piernas más adelantadas, sigue el movimiento del caballo con tu cuerpo.- chasqueé la lengua y Noa comenzó a andar.-¡las riendas un poco más cortas! ¡Muy bien!- varios minutos más tarde, decidí ponerla a trote,-¿quieres correr un poco más?

-¡Si!- dijo entusiasmada, chasqueé la lengua y Noa comenzó a trotar, Ainhoa daba botes en la montura-¡Levántate en la silla!¡Bien, Ahora siéntate!- Ainhoa hizo lo que le pedí- Bien, ahora levántate y siéntate al ritmo, arriba, abajo, arriba abajo...¡Muy bien!- Estuvo trotando diez minutos más y después paramos, le quité el ronzal y dejé que fuera sola por la pista- Para que trote, da un golpe con los talones, para que pare, tira de las riendas, no trotes hasta que vuelva, no tardo mucho, ¡cierro!- Ainhoa asintió y cerré la puerta, corrí hasta el guardarnés y cogí el equipamiento de Circe, bajé rápido hasta el cercado donde estaba Noa y puse el equipamiento en la verja, subí de nuevo y cogí a Circe, bajé y até a la yegua cerca de la silla y entré en el cercado de nuevo

-¡Hazla trotar un poco!

-¿Queeeeeee? ¿Yo?

-Si, tú- Noa trotó y Ainhoa hizo un amago de trote ingés, poco más tarde, fui con ella, agarré a la yegua y bajó.- ¿Te a gustado?- Asintió- Ven, te enseñaré las partes de la silla y cabezada, también a ponerlas- me acerqué a Circe y le fui diciendo las partes de la silla y la cabezada a Ainhoa- Le puse la silla y la cabezada y ella se fijó en como lo hacía, para hacerlo ella con Noa alguna vez.-Coge a Noa, nos vamos a dar un paseo a devolver a la yegua-  Cogí la fusta, y recoloqué las espuelas en mis botines, Noa acercó a mi a la yegua y se la agarré, montó rápidamente, cuando agarró las riendas y estuvo bien colocada até un ronzal a su filete, monté en Circe y comenzamos a andar, al llegar al portal, até el ronzal al cuello de Noa, de modo que en caso de peligro, pudiera cogerla, abrí el portal y salimos al paso, de pronto, se abrió la puerta de mi casa, salieron mi madre y el padre de Ainhoa, él, sobresaltado, dijo:

-¡Ainhoa!¡Baja de ese caballo, puede hacerte daño!

-Antes mira lo que puedo hacer

-¡No!

-¡Papá! Házme caso, ven. -hicimos que los caballos andaran y nuestros padres nos siguieron, cuando llegamos a la hípica, desmonté y até a Circe, quité el ronzal del cuello de Noa y le di las gracias a Santi, que ahora estaba dando clase de iniciación a un niño pequeño, entré con Ainhoa en pista y comenzó a trotar, el padre, estupefacto sonrió y comenzó a hablar con mi madre.

-Ainhoa, nos vamos, ¿quieres volver otro día?

-¡Si! - Dijo muy contenta, el herrador y ella se fueron hasta donde tenían el camión y se fueron, yo fui a desensillar a las yeguas y duché a Noa, la guardé en la cuadra y dejé que Circe se revolcara en la arena de la pista.