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miércoles, 2 de diciembre de 2015

¡Quiero aprender a montar!

Cuando llegamos a mi casa, desmontamos y guardé a Circe, cogí un ronzal largo y lo até al filete de Noa, bajé al cercado de doma y ayudé a montar a Ainhoa.

-Agarra así las riendas- puse las riendas en mis manos- y pon las piernas más adelantadas, sigue el movimiento del caballo con tu cuerpo.- chasqueé la lengua y Noa comenzó a andar.-¡las riendas un poco más cortas! ¡Muy bien!- varios minutos más tarde, decidí ponerla a trote,-¿quieres correr un poco más?

-¡Si!- dijo entusiasmada, chasqueé la lengua y Noa comenzó a trotar, Ainhoa daba botes en la montura-¡Levántate en la silla!¡Bien, Ahora siéntate!- Ainhoa hizo lo que le pedí- Bien, ahora levántate y siéntate al ritmo, arriba, abajo, arriba abajo...¡Muy bien!- Estuvo trotando diez minutos más y después paramos, le quité el ronzal y dejé que fuera sola por la pista- Para que trote, da un golpe con los talones, para que pare, tira de las riendas, no trotes hasta que vuelva, no tardo mucho, ¡cierro!- Ainhoa asintió y cerré la puerta, corrí hasta el guardarnés y cogí el equipamiento de Circe, bajé rápido hasta el cercado donde estaba Noa y puse el equipamiento en la verja, subí de nuevo y cogí a Circe, bajé y até a la yegua cerca de la silla y entré en el cercado de nuevo

-¡Hazla trotar un poco!

-¿Queeeeeee? ¿Yo?

-Si, tú- Noa trotó y Ainhoa hizo un amago de trote ingés, poco más tarde, fui con ella, agarré a la yegua y bajó.- ¿Te a gustado?- Asintió- Ven, te enseñaré las partes de la silla y cabezada, también a ponerlas- me acerqué a Circe y le fui diciendo las partes de la silla y la cabezada a Ainhoa- Le puse la silla y la cabezada y ella se fijó en como lo hacía, para hacerlo ella con Noa alguna vez.-Coge a Noa, nos vamos a dar un paseo a devolver a la yegua-  Cogí la fusta, y recoloqué las espuelas en mis botines, Noa acercó a mi a la yegua y se la agarré, montó rápidamente, cuando agarró las riendas y estuvo bien colocada até un ronzal a su filete, monté en Circe y comenzamos a andar, al llegar al portal, até el ronzal al cuello de Noa, de modo que en caso de peligro, pudiera cogerla, abrí el portal y salimos al paso, de pronto, se abrió la puerta de mi casa, salieron mi madre y el padre de Ainhoa, él, sobresaltado, dijo:

-¡Ainhoa!¡Baja de ese caballo, puede hacerte daño!

-Antes mira lo que puedo hacer

-¡No!

-¡Papá! Házme caso, ven. -hicimos que los caballos andaran y nuestros padres nos siguieron, cuando llegamos a la hípica, desmonté y até a Circe, quité el ronzal del cuello de Noa y le di las gracias a Santi, que ahora estaba dando clase de iniciación a un niño pequeño, entré con Ainhoa en pista y comenzó a trotar, el padre, estupefacto sonrió y comenzó a hablar con mi madre.

-Ainhoa, nos vamos, ¿quieres volver otro día?

-¡Si! - Dijo muy contenta, el herrador y ella se fueron hasta donde tenían el camión y se fueron, yo fui a desensillar a las yeguas y duché a Noa, la guardé en la cuadra y dejé que Circe se revolcara en la arena de la pista.

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