-Ana, tenemos que hablar, he visto, lo que le acabas de enseñar a esa niña que hoy ha montado por primera vez en su vida... ha sido muy bueno, eh.... me preguntaba si te gustaría ser... eh.... monitora para... para los de iniciación, y para campamentos.... si, eh.... el próximo año organizamos uno y... estamos preparado todo y.... ¡ah! también, si no te importa, me encantaría que me acompañaras a comprar ponis, para los niños, porque, bueno, cada vez vienen niños más pequeños...y...pues eso, has hecho muy buen trabajo Ana- Yo tenía una gran sonrisa en la cara.
-Si, es decir...¡me encantaría! Es genial ¿cuando tengo que ir a ver los ponis contigo?
-¿El domingo te parece bien?
-Perfecto- Volvimos a casa, ¡en dos días ayudaría con la compra de unos ponis!, estaba muy ilusionada. Nunca había visto así a Santi... Me acerqué a Circe, ella giró la cabeza y golpeó con el casco el suelo.
El domingo, me desperté temprano, estaba ansiosa por ir a comprar los ponis con Santi, me puse unos pantalones de montar negro y una camisa azul, me puse las polainas de cuero y las espuelas redondas, cogí mi fusta y bajé las escaleras, desayune rápidamente y fui al granero, le di la comida a Circe y cogí su equipamiento. Le puse la mantilla azul y le vendé las patas también, y le puse la doble rienda. Fui todo el camino hacia la hípica haciendo ejercicios de doma, cuando llegué a la hípica, desmonte y desensillé a Circe, la llevé al paddok y fui a buscar a María, ella me llevó dentro de las cuadras, estaba limpiando una cabezada.
-¡Ah! Hola Ana, ¿quieres ir ya?
-Puedo esperar... Es decir, no pasa nada si no vamos ahora.
-No, voy a coger el coche ¿llevas fustas y espuelas?
-Si
-Perfecto- Santi abrió la puerta del coche y entró, el viaje no duró mucho rato. Cuando llegamos, bajamos del coche y nos acercamos a un pequeño cercado, había un hombre con un poni australiano tordo, un castrado, Santi dijo que tenía ya 15 años, era mayor, aun nos quedaban varios ponis por ver.
-¿El domingo te parece bien?
-Perfecto- Volvimos a casa, ¡en dos días ayudaría con la compra de unos ponis!, estaba muy ilusionada. Nunca había visto así a Santi... Me acerqué a Circe, ella giró la cabeza y golpeó con el casco el suelo.
El domingo, me desperté temprano, estaba ansiosa por ir a comprar los ponis con Santi, me puse unos pantalones de montar negro y una camisa azul, me puse las polainas de cuero y las espuelas redondas, cogí mi fusta y bajé las escaleras, desayune rápidamente y fui al granero, le di la comida a Circe y cogí su equipamiento. Le puse la mantilla azul y le vendé las patas también, y le puse la doble rienda. Fui todo el camino hacia la hípica haciendo ejercicios de doma, cuando llegué a la hípica, desmonte y desensillé a Circe, la llevé al paddok y fui a buscar a María, ella me llevó dentro de las cuadras, estaba limpiando una cabezada.
-¡Ah! Hola Ana, ¿quieres ir ya?
-Puedo esperar... Es decir, no pasa nada si no vamos ahora.
-No, voy a coger el coche ¿llevas fustas y espuelas?
-Si
-Perfecto- Santi abrió la puerta del coche y entró, el viaje no duró mucho rato. Cuando llegamos, bajamos del coche y nos acercamos a un pequeño cercado, había un hombre con un poni australiano tordo, un castrado, Santi dijo que tenía ya 15 años, era mayor, aun nos quedaban varios ponis por ver.
Podrias publicar mas a menudo por favor? me encanta circe
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