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martes, 3 de noviembre de 2015

Entrenando

Cuando oyeron los cascos de Circe, todo se quedó en silencio.

-Ana, ¿puedes enseñarle a Alberto, lo que le has enseñado a Circe?

-Claro- Hice que Circe hiciera todos los ejercicios que le había enseñado, Alberto miró a la yegua

-¿Qué edad tiene?- dijo Alberto mientras le daba una golosina

-dos años y cinco meses

-¿Y la montas a esta edad? ¿nunca te ha dado problemas? -dijo rápidamente

-No, al menos a mi, la primera vez que la monté, tenía algo más de un año ¿a qué vienen tantas preguntas?- pregunté un poco exaltada

-Por nada, simple curiosidad-dijo Alberto- ¿Puedo probarla?

-No creo que eso sea buena idea...-Dije

-Es verdad Alberto, es mejor que no montes en ella, solo permite que la monte Ana, a mi me ha tirado...

-¿Por que no la iba a montar yo? anda dame- agarró las riendas de Circe

-Tranquila chica, no pasará nada...- yo intentaba tranquilizar a la yegua, que se estaba poniendo nerviosa, Alberto montó en ella, y antes de que pudiera ponerse los estribos, Circe se encabritó, y comenzó a corcovear.-¡Baja! ¡ No parará hasta tirarte!

-Tonterías, le falta un poco de disciplina- dijo Alberto impertinente, mientras golpeaba con espuelas el costado de mi yegua, y agitaba una fusta...

-¿Disciplina?- Dijo Santi dudoso- Alberto, baje del caballo- Alberto dudó un poco, y bajó, corrí al lado de Circe, y comencé a hablarle y a masajearle la cruz...-¡Alberto!¿Te das cuenta de lo que acabas de hacer?. Santi y Alberto discutieron.

-¡Me aseguraré de que esa yegua acabe en un matadero, y de que esa niñita... no entre en ninguna escuela de hípica!- Alberto montó en su caballo y se fue

-Tranquila, es inofensivo, lo dice solo para asustar- pero no estaba tranquila.

Aquella noche, tuve una pesadilla, ese hombre, Alberto, se llevaba a mi yegua, la subía en un camión, escuchaba sus relinchos... Me desperté de golpe, pero esos relinchos, seguían ahí...

-¡Circe!-bajé las escaleras corriendo, llovía mucho, y las ramas de los árboles golpeaban el granero, cerré la puerta de mi casa en silencio y corrí descalza sobre la tierra, mojada, abrí una de las puertas del granero, Circe no asomaba la cabeza por la puerta de la cuadra como de costumbre, abrí la puerta, escuchaba resoplidos, pero apenas veía nada, no había luz alguna, corrí a encender la luz al fondo del granero, volví a la cuadra, la yegua estaba tumbada en el suelo, y respiraba agitada y fuertemente.-Circe,¡Arriba!- tenía que conseguir que la yegua se pusiera en pie, y llamar a alguien, corrí a casa, la lluvia me daba en la cara, abrí la puerta y grité - ¡Mamá! ¡El teléfono! ¡Llama al veterinario! ¡Rápido!- Mi madre se despertó y cogió el teléfono.

-¿Qué pasa?

-Circe...-Tenía que coger aliento

-Tranquila. llamaré al veterinario, corre con ella- comencé a correr hacia fuera-¡coge paraguas!- no me importaba mojarme, resbalé sobre la hierba y me caí, de inmediato me levanté y corrí a la cuadra.

-Circe, pronto llegará el veterinario, ahora tienes que levantarte, vamos bonita....¡Arriba Circe!- Agarré un ronzal y lo até, comencé a tirar de el mientras le decía a la yegua que se levantara, conseguí que se comenzara a poner en pie- ¡Muy bien chica!¡venga, arriba!- seguí tirando, la yegua no se movía, intenté de nuevo que se levantara, hizo un intento, pero se desplomó sobre la cama de su box...

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